Es extraño hablar de regeneración dental en odontología, ya que la mayoría de las personas están acostumbradas a relacionar los tratamientos realizados en una clínica odontológica, a tratamientos de prevención o de restablecimiento dental.
Durante el trayecto de nuestra vida nos podemos ver expuestos a sufrir la pérdida de masa ósea, esto, puede ser producto del envejecimiento y la atrofia de nuestros dientes, enfermedades dentales como la periodontitis o la osteoporosis, sin dejar de lado las infecciones orales o los traumatismo que conllevan la pérdida o fractura de dientes.
Los odontólogos especialista acostumbran, para tratar estos tipos de patologías, utilizar tratamientos de recuperación ósea de manera artificial. Es menester una gran capacidad de análisis y diagnóstico por parte de los especialistas, puesto que no todos pacientes cumplen con los mismos requisitos y es de vital importancia conocer a cabalidad los efectos causantes de la enfermedad.
El esmalte dental es el material más duro generado por el cuerpo. Está compuesto principalmente por material inorgánico (casi un 90%), agua (5%) y solamente una pequeña cantidad de materia orgánica (alrededor del 2%).
No todas las personas tienen una composición idéntica de esmalte, de esto depende la vulnerabilidad de cada persona de sufrir caries, fracturas y sensibilidad en los dientes. Además con el paso del tiempo los dientes pierden minerales y se tornan porosos, también filtran fluidos que desmineralizan por debajo de la superficie del diente.
Es para esto último que se utiliza el tratamiento de remineralización, procedimiento en el que se restablecen y son retomados los minerales faltantes en la porosidad. Sin embargo, este tratamiento no puede realizarse cuando ya exista una cavidad o una pérdida ósea dental.
Los avances y nuevos descubrimientos en genética auspician, en un futuro no muy lejano, una posible regeneración dental total, es decir, una eventual regeneración completa del esmalte dental a través de ingeniería genética.
De todas maneras es fundamental llevar una correcta higiene bucal, a la que se le suma al cepillado tras cada comida del día, una alimentación rica en calcio, vitamina D (además de las comidas se puede tomar de 15 a 30 minutos de sol), flúor, proteínas de alto valor biológico y realizar actividades físicas.
Lo correspondiente a la cirugía de regeneración ósea dental está determinado por la cantidad de hueso a restablecer y el lugar en donde se haya perdido masa ósea, dependiendo de estos factores el especialista cirujano sabrá qué técnica someter al paciente.
La primera opción puede ser el “injerto óseo”, en esta intervención quirúrgica el cirujano oral repone el hueso perdido para posibilitar el uso de implante. El hueso utilizado puede provenir de alguna zona del mismo paciente, sin necesariamente tomarse de la boca, o empleando sustitutos óseos de origen animal, sintético o vegetal.
Por otra parte, encontramos la técnica de administración de plasma rico en factores de crecimiento. Este procedimiento consiste en extraer un poco de sangre del paciente, para de esta forma obtener los factores de crecimiento (proteínas en el plasma sanguíneo) del paciente, y luego aplicarlo en la zona en la que se desee generar la regeneración dental.
Estos procedimientos ya han confirmado su efectividad y depende del especialista cuál de estas alternativas elegir. En ciertas oportunidades el cirujano elige combinar estas técnicas o sumar otras, la ventaja que entrega la administración de plasma, por ejemplo, es lo rápido de la integración del hueso implantado, la reducción de las complicaciones post operatorias, la mejor cicatrización y la reducción de dolor e inflamación.
Por su lado, en la cirugía regenerativa se hace necesaria una fase previa de diagnóstico causal del tratamiento, comprobar posibles complicaciones (problemas de oclusión), bruxismo, etc. De esta manera evitar complicaciones en la regeneración dental.
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